lunes, febrero 26, 2007

Y bebe, y beben los peces en el rio...

Pues en lunes en la noche no tengo muchos pedos, pero se me ocurrio beber... Un buen vino de Calafia cosecha 2004.

Tambien seguí checando los viejos manuscritos que habia hecho y me encontre con esto... A evr si les late, y si no, pus se friegan que en este blog mando yo.

La Leyenda del Platino

La hermosa isla de Borshin… La bella, mágica isla de Borshin… ¿Quién es tan osado como para poder decir a voz cierta que conoce todas las historias que suceden en estas tierras?

Hay crónicas y tragedias, muchas olvidadas y aun más otras desconocidas, pero aquellas que aun hoy sobreviven son estigmas en aquellos habitantes de la isla…

Por ejemplo, se dice que en épocas lejanas existían más de diez ciudades de gran importancia, y aquellas se alzaban como epicentros de sociedades avanzadas y culturas importantes; Cada una en su propio estilo, al igual que el propio pensamiento del clan al que pertenecían, y como ejemplo tomemos a los Dragones (de las castas de Agua y Tierra) quienes buscaban una amalgama entre lo clásico y lo natural basando sus construcciones en los grandes castillos alemanes y las cabañas vikingas, construyendo las primeras como gigantescas y monstruosas fortalezas (paredes) y las segundas detrás de aquellas fortificaciones revistiendo todo el interior con grandes bosques y jardines eternos, y lagos de aguas tan cristalinas como las mañanas de la primavera. Los reinos del Hombre intentaron copiar aquel estilo, y solo lograron hacer rudimentarias reproducciones de sus castillos, que aunque no desmerecían en nada su estilo épico no alcanzaban la belleza de aquellos hechos por los Dragones, e incluso tocaban un punto barroco donde tanto adorno causaba más desagrado que admiración; Como las vidas del Hombre son cortas, sus estilos cambian según la vanguardia de quien los guíe, y a veces han hecho extrañas mezclas de viejas y nuevas culturas, o como sus bárbaros del norte, ni siquiera tienen una cultura que mencionar. En cambio los Zenobianos, la gente de la naturaleza, son quienes han mostrado un verdadero interés en cuidar sus territorios de sí mismos pues han hecho de los árboles y de los suelos que estos pisan hogares y “castillos”, en su mayoría de veces por hacer ciertos huecos en los gigantes de madera donde no le hagan daño, o al menos no el suficiente como para matarlo, y de esa manera habitarlos, mientras que aquellos árboles que no alcanzan a crecer demasiado son usados como si fueran bardas o paredes para delimitar ciertos lugares y/o territorios en específicos. Muy a diferencia de estos, la llamada raza de Rickshaw habitan las tierras al oeste, más allá de las montañas y volcanes de fuego y cenizas; es gente que no buscan la vida en los suelos sino el frío de la soledad y las heladas voces “de aquellos que han pasado”, que es lo que le da cobijo a sus hogares, más parecidos a cementerios arcaicos y zigurats arcanos; Oscuros pasajes y entrecerrados tugurios almacenaban incontables momentos de magia y misas oscuras, ambos sitios donde las telarañas y el desorden oscurantista florecían para dar “asilo” a esta gente… Y por ultimo pero no por ello menos importante, la gente del clan Sarla, la gente de la eterna belleza y quienes vivían en las costas del sur sureste de la isla; Una gigantesca roca-castillo en medio de una isla paradisíaca se alzaba como su gran fortaleza natural, el llamado Castillo de Slimar, un lugar designado por dentro como un laberinto de más de cien niveles donde solo sus residentes pertenecientes al clan Sarla no podrían perderse (muy a la diferencia de otros visitantes que generalmente necesitarian pagar por un guía con tal de no perderse), fuera de aquel conocimiento, nada era sapiente de sus costumbres y hogares… Más alla ed su belleza, que esconde una frialdad de pensamiento y unos conocimientos solo compartidos por los sirvientes de “Aquel Dios sin Nombre”.

He aquí la historia que comparten estas cinco razas.

-¡Que sean los perros del Oeste los que se lleven mi alma, pues no tengo planeado morir aquí en Kradul!-

Era el grito enervado, auque lleno de desesperación, de un guerrero de la fuerzas Dragonas mientras cargaba en su mano derecha un hacha de batalla, dejando que de las heridas de su brazo izquierdo y pecho corriera la sangre libremente, tocara el suelo y formara un cúmulo de peste y lodo pútrido, cubriendo gran parte de su armadura de anillos plateados, ahora de un color más parecido al púrpura con destellos como si fueran estrellas idénticas a aquellas que alzaban vuelo en la noche. A su alrededor, en todos lados, la tierra se entremezclaba en una fétida masa de sangre, carne, fuego y huesos; Por encima de la mezcla, más allá de los cuerpos destrozados por cuanta artimaña existiera, se libraba una batalla llena de la misma fiereza que significaba la victoria. En grandes grupos, o en pequeñas filas, los enemigos se combatían unos a otros despedazando no sus cuerpos y armaduras, sino el orgullo y el honor eran los que caían hechos pedazos.

La carne no tenia importancia, todos los clanes saben que en cualquier momento podrían morir y siempre existía ese desapego a su estado físico, pero no permitirían bajo ningún motivo ser muertos por los sirvientes y esbirros de de Daryantel Ojo-Negro, siendo esto una vergüenza que no podrían soportar nunca, ni siquiera en el “descanso eterno…” El vigor en sus espadas y hachas se descargaban furiosamente en la carne de las bestias negras. Sus colmillos saboreaban su sangre, y los aullidos pedían más, mucha más; Nunca era suficiente. Grandes y poderosos hechizos se hacían de gran parte del cielo mientras caían, incandescentemente como el fuego, tan frío y cortante como el hielo y tan poderoso y duro como la tierra, siempre teniendo como objetivo grandes números de gente, muchas veces las cuales no sabían si aquello que los golpeaba había sido invocado por un aliado o un enemigo.

Esta era la más grande batalla que se hubiera llevado a cabo en las planicies de Sheritan, donde tan solo días atrás hubieran campos extensos de verdes pastos donde solo las marmotas y otros roedores pequeños andaban, mismas planicies que sirvieran como caminos a las ciudades de Arkadius, una de las pocas joyas arquitectónicas de la humanidad barroca, y para Kradul la hermosa ciudad-fuerte de los Dragones.

Los gritos de dolor y de odio congelarían la sangre de cualquiera, más aun en una noche helada como lo fue esa, y sin embargo la sangre hervía, se calentaba y se desentendía de todo a su alrededor. La guerra desentendía a estas gentes de sus enemigos, los hacia olvidar quienes eran, les ofuscaba el pensamiento más sencillo e importante de todos: que sus enemigos también eran seres vivientes, en muchos casos humanos… Después de todo, la guerra es solo un gran malentendido.

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Y ahi esta... chevere, no? LÑuego pongo los demñas capitulos de esta emocionante nueva saga... saludos, abarzos, y un enorme beso a la mujer que me aocmpaña actualmente en mi pequeño corazón de pollo ^^ Degard I love you!!

yeah

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